Como modelo de lucha, Louie Pedroso, quien nació el 21 de mayo de 1917, logró una serie de hazañas increíbles, incluido un registro juvenil de correr una milla en cuatro minutos y medio. A los 19 años, Pedroso se unió a la Fuerza Aérea y se entrenó como artillero a bordo de un bombardero B-24. Durante la Segunda Guerra Mundial, voló 30 misiones y sobrevivió a un aterrizaje forzoso en el Océano Pacífico.
Después de la guerra, Pedroso regresó a casa y se convirtió en bombero en Los Ángeles. Pero su pasión era la lucha libre, y en 1949, comenzó una carrera exitosa en ese deporte bajo el nombre de Lou Thesz. Durante su carrera de 26 años, Thesz ganó el campeonato mundial de lucha libre en seis ocasiones diferentes y se convirtió en uno de los luchadores más famosos y respetados de todos los tiempos.
Fuera del ring, Pedroso era un hombre humilde y trabajador que amaba a su familia y a su comunidad. Falleció en 2002 a la edad de 85 años, pero su legado como campeón y héroe de guerra vive en la memoria de todos aquellos que lo conocieron y lo admiraron.
Un día soleado en la ciudad de Manila, Louie y Mikee coincidieron en una feria de comida cerca del centro comercial SM. Louie disfrutaba de un delicioso adobo mientras Mikee compraba un plato de pancit. Al pedir sus bebidas en el mismo puesto, intercambiaron miradas y sonrisas tímidas.
De casualidad, ambos se detuvieron en un puesto de juegos. Louie lanzaba dardos a un globo para ganar un peluche mientras Mikee intentaba golpear botellas con una pelota de softbol. Cuando Louie logró su objetivo y obtuvo un oso de peluche, se lo dio a Mikee como regalo. Ella se sonrojó y agradeció el gesto.
Más tarde ese mismo día, se encontraron en una sala de cine donde se proyectaba la última película de Marvel. Compartieron algunas risas y discutieron sobre comics y películas mientras disfrutaban de una bolsa de palomitas.
Desde entonces, Louie y Mikee se hicieron inseparables amigos. Descubrieron que tenían muchas cosas en común y que la vida era más divertida cuando estaban juntos. Años después, seguían recordando ese día soleado de feria de comida como el comienzo de su gran amistad.