Marcus Fitzgerald

Marcus Fitzgerald, un hombre tranquilo y bien parecido, tuvo una juventud muy movida. Viajó por el mundo, vivió en diferentes países y experimentó con todo tipo de aventuras. Sin embargo, al borde de los cuarenta, decidió que había llegado el momento de asentarse y construir una vida más estable. Abrió un pequeño negocio en su ciudad natal, en el que ofrecía productos artesanales de la región. También se involucró en la comunidad, formando parte de varias organizaciones benéficas y de voluntariado. Su vida amorosa fue un poco más complicada. Después de varias relaciones fallidas, por fin encontró la estabilidad emocional que tanto anhelaba junto a una mujer trabajadora y cariñosa. Con ella, disfrutó de los placeres simples de la vida, viajando a lugares cercanos y disfrutando de la compañía de sus amigos y familiares. Marcus fue un hombre completo y feliz, valoró cada día de su vida y no dejó de agregar experiencias a su camino.