Marcus Loew fue un empresario estadounidense nacido en 1870. A los 14 años comenzó a trabajar en una tienda de tabaco y al poco tiempo se involucró en la industria del entretenimiento. En 1904 fundó la compañía Loew's Theatrical Enterprises y comenzó a comprar salas de cine y teatros. En los años siguientes, Loew adquirió varias empresas de entretenimiento, convirtiéndose en uno de los principales magnates del cine de la época.
En 1924, Loew fundó la compañía Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), uniéndose a otras dos empresas de la industria cinematográfica. MGM se convirtió rápidamente en una de las compañías más importantes de la industria cinematográfica de Hollywood, produciendo algunas de las películas más famosas de la época dorada del cine.
Loew fue un empresario astuto y visionario, pionero en la promoción y publicidad del cine. Fue uno de los primeros en utilizar técnicas de marketing avanzadas, como el merchandising y las campañas publicitarias masivas. Además, introdujo la idea de que los cines fueran lugares más lujosos y cómodos para los espectadores, creando salas de cine con aire acondicionado y asientos más cómodos.
Sin embargo, la vida de Marcus Loew fue truncada repentinamente en 1927, cuando falleció a los 56 años de edad, debido a una enfermedad cardíaca. A pesar de ello, su legado en el mundo del cine y del entretenimiento perdura hasta nuestros días.
Carrie Rosenheim fue una de las primeras empleadas de Marcus Loew en su empresa teatral. Loew comenzó su carrera como vendedor ambulante de libros en la década de 1890, pero pronto comenzó a interesarse por los negocios del entretenimiento, especialmente en el entonces naciente negocio del cine. En 1903, Loew compró su primer teatro, el Canal Street Theatre de Nueva York. Durante los siguientes años, Loew construyó una cadena de teatros en Nueva York y otras ciudades importantes de Estados Unidos.
En 1909, Carrie Rosenheim, que era amiga de la esposa de Marcus Loew, comenzó a trabajar para él en la sede central de la empresa en Nueva York. Rosenheim se encargaba de la contabilidad y otros asuntos administrativos y financieros de la empresa. En ese momento, la empresa de Marcus Loew estaba creciendo rápidamente y necesitaba una persona de confianza para ayudar a administrar sus operaciones.
Rosenheim y Loew desarrollaron una estrecha relación profesional y personal a lo largo de los años. Rosenheim se convirtió en una de las principales asesoras de Loew y ganó su confianza y respeto. Después de la muerte de Loew en 1927, Rosenheim siguió trabajando para la empresa de Loew, pero a medida que la compañía se expandía, su papel se redujo.
En resumen, la relación entre Carrie Rosenheim y Marcus Loew fue de gran importancia para la empresa teatral de Loew, ya que Rosenheim fue una de las principales asesoras y encargada de la administración de la empresa. Además, su relación personal y profesional se fortaleció con el tiempo y se mantuvo incluso después de la muerte de Loew.
Florence La Badie y Marcus Loew no mantuvieron una relación personal. Florence La Badie fue una actriz de cine muda estadounidense que trabajó en la década de 1910 y 1920. Marcus Loew, por su parte, fue un empresario estadounidense que fundó la cadena de cines Loews Theatres, que se expandió rápidamente por todo el país.
A pesar de que no tuvieron una relación personal, Marcus Loew tuvo un papel importante en la carrera de Florence La Badie. En 1912, Florence se unió a la compañía de cine Biograph Studios, donde trabajó con directores como D.W. Griffith y actuó en más de 180 películas. Sin embargo, en 1917, Florence sufrió un accidente de coche que la dejó gravemente herida. A pesar de recibir tratamiento médico, murió varias semanas después como consecuencia de las lesiones.
Marcus Loew, que en ese momento era el dueño de la compañía Loews Theatres, fue uno de los muchos fans de Florence La Badie. Después de su muerte, Loew compró los derechos de distribución de algunas de sus películas para proyectarlas en cines de todo el país como homenaje póstumo a la actriz. De esta manera, ayudó a mantener viva la memoria de Florence La Badie como una de las estrellas más brillantes de la era del cine mudo.