Margaret Spickers nació en 1918 en Londres, Inglaterra. Fue una destacada pianista británica y una de las primeras mujeres en tocar en el famoso festival de música proms en Londres. Estudió en el Royal College of Music de Londres antes de debutar en el escenario en 1936. También estudió en París con Marcel Ciampi y en Viena con Alfred Cortot.
Durante la Segunda Guerra Mundial, sirvió como enfermera en la Fuerza Aérea Real y trabajó en hospitales militares. Después de la guerra, continuó sus estudios en Viena y luego regresó a Londres para establecerse como concertista.
Spickers fue una intérprete aclamada y actuó en todo el mundo. También fue profesora en el Royal College of Music y escribió sobre música clásica en varios periódicos y revistas. Murió en 2005 a los 87 años, y su legado musical sigue siendo recordado y valorado por los amantes de la música en todo el mundo.
Margaret Spickers y Scott McKay fueron dos importantes figuras del mundo de la astrofísica y la ciencia en general. Ambos trabajaron juntos en el Observatorio de Monte Wilson, en California, Estados Unidos, durante los años 1930 y 40.
Durante sus años de trabajo, Spickers y McKay se dedicaron a la investigación y estudio de la física solar y las manchas solares. En 1940, juntos escribieron un artículo sobre el estudio de manchas solares, que se convirtió en un hito en la investigación espacial.
A pesar de su trabajo en común, también tuvieron diferencias de opinión en cuanto a la interpretación de los datos obtenidos. Esto quedó claro en un artículo que publicaron en 1953 sobre la actividad solar y su posible relación con la variación del clima en la Tierra. Spickers creía que la actividad solar implicaba una disminución del clima, mientras que McKay pensaba todo lo contrario, que la actividad solar causaba un aumento de la temperatura.
Sin embargo, a pesar de sus diferencias, ambos científicos fueron altamente valorados por su trabajo y contribuciones al campo de la astrofísica y la ciencia. McKay falleció en 1990, y Spickers en 1982, pero su legado sigue vivo en la comunidad científica.