María Fernanda Quiroz siempre había sido una mujer alegre y cariñosa, pero después de algunos años de matrimonio, su vida empezó a cambiar. No se sentía completa, sus emociones eran confusas y no sabía qué hacer. Fue en ese momento cuando decidió emprender un viaje de introspección que la llevó a descubrir su pasión por la pintura. A partir de ese momento, la vida de María Fernanda tomó un rumbo completamente distinto. Por las mañanas trabajaba en una empresa de publicidad y en sus tiempos libres se sumergía en su taller de arte. Sus cuadros eran cada vez más reconocidos y apreciados por la gente, lo que le dio la confianza que necesitaba para dejar su trabajo y dedicarse por completo a la pintura. Desde entonces, María Fernanda ha explorado distintas técnicas y estilos de pintura, y ha participado en exposiciones en diferentes partes del mundo. Pero lo más importante para ella es que ha encontrado su verdadera felicidad y ha descubierto que siempre es posible reinventarse y hacer lo que realmente se ama.