Marian Anderson (1897-1993) fue una cantante afroamericana de ópera y recital, considerada una de las más grandes voces del siglo XX. Nació en Filadelfia en una familia trabajadora de bajos ingresos y desde pequeña mostró habilidad para el canto. Con el apoyo de su iglesia y de una benefactora, pudo estudiar música en el Instituto de Música Curtis, donde perfeccionó su técnica vocal.
A pesar de su talento, Anderson se encontró con la barrera del racismo en la sociedad y en el mundo de la ópera, donde no se le permitía cantar en algunos escenarios debido a su color de piel. Esta exclusión llegó a su punto más álgido en 1939, cuando la Filarmónica de Nueva York se negó a permitirle actuar en el Carnegie Hall, lo que provocó una protesta pública y la intervención del entonces presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt.
El incidente catapultó a Anderson a la fama internacional y se convirtió en un símbolo de la lucha por la igualdad racial. Durante la Segunda Guerra Mundial, Anderson viajó por todo el país y el mundo para ofrecer conciertos y entretenimiento a las tropas estadounidenses y aliadas, y se convirtió en la primera cantante negra en actuar en el Metropolitan Opera de Nueva York.
A lo largo de su carrera, Anderson recibió numerosos premios y reconocimientos por su música y su labor humanitaria. También fue una activista por los derechos civiles y por la educación musical para los jóvenes de bajos ingresos. Falleció en 1993 a la edad de 96 años, dejando un legado como una de las mejores cantantes y una defensora de la justicia social.
Marian Anderson y Orpheus Fisher tuvieron una relación estrecha a lo largo de varias décadas.
Orpheus Fisher fue uno de los principales promotores de la carrera de Anderson. Fue él quien la descubrió cuando era una jóven cantante y la ayudó a hacerse famosa. Fisher vio el potencial en Anderson y la presentó a importantes figuras del mundo musical.
Además, Fisher fue uno de los patrocinadores clave de un evento histórico en la carrera de Anderson. En 1939, la cantante tenía programado dar un concierto en la sala de conciertos más prestigiosa de Washington, DC, el Constitution Hall. Sin embargo, la Asociación de Mujeres de la Ciudad de Washington, que controlaba la sala, negó el permiso a Anderson debido a su raza.
Ante la indignación pública, Fisher ayudó a organizar un famoso concierto de Anderson en las escaleras del Monumento a Lincoln el mismo día en que había sido programado el concierto original. El concierto al aire libre fue un éxito rotundo y lanzó a Anderson a la fama nacional.
La relación entre Anderson y Fisher continuó durante muchos años después de ese evento. Fisher fue uno de los organizadores de la gira de conciertos de Anderson por Europa en 1957, donde la cantante cosechó aplausos y elogios por igual.
En resumen, la relación entre Marian Anderson y Orpheus Fisher fue una de colaboración y amistad, y fue fundamental para el desarrollo y éxito de la carrera de Anderson.