Meg Wilson era una de esas personas que parecían tenerlo todo bajo control. Desde pequeña, se había esforzado por ser la mejor en todo lo que hacía y había tenido éxito en la mayoría de las cosas. A lo largo de su vida, Meg había trabajado duro para llegar a donde estaba. Había conseguido un buen trabajo en una conocida empresa y se había convertido en una de las principales líderes en su sector. Pero a pesar de todo su éxito, Meg sentía que algo le faltaba. A menudo se preguntaba si había tomado las decisiones correctas en la vida y si había sacrificado demasiado para llegar donde estaba. A medida que se acercaba a su mediana edad, Meg comenzó a enfrentarse a algunos desafíos personales. Se dio cuenta de la importancia de estar en el momento presente y de disfrutar de la vida en lugar de simplemente trabajar todo el tiempo. Así, Meg comenzó a hacer algunos cambios en su vida. Empezó a dedicar más tiempo a sus relaciones personales y a sus hobbies, permitiéndose al fin disfrutar de todo lo que había trabajado tanto para conseguir.