Mikhail Polyak nació en Moscú en 1905 y estudió en la Academia de Bellas Artes de Moscú. Durante la década de 1920, fue miembro del grupo artístico TseMEG, que se enfocaba en el arte de vanguardia y la experimentación. En los años 30, Polyak trabajó como diseñador gráfico e ilustrador para varias revistas soviéticas y también realizó películas animadas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Polyak sirvió como corresponsal de guerra y realizó diversas obras de arte inspiradas en la lucha contra los nazis. Después de la guerra, continuó trabajando como diseñador y escultor, y recibió varios premios por su arte.
En la década de 1970, Polyak comenzó a trabajar en collages, utilizando recortes de diversas fuentes para crear imágenes abstractas y surrealistas. Estos collages se convirtieron en su forma principal de expresión artística y fueron expuestos en muchas exposiciones. Polyak murió en 1976 en Moscú.
Mikhail y Marina Polyak se conocieron en una playa bajo el sol caliente de la costa oeste de Estados Unidos. Ambos estaban tomando un descanso de sus trabajos y decidieron pasar el día en la playa. La casualidad quiso que eligieran el mismo lugar para colocar sus toallas.
Mikhail fue el primero en acercarse a Marina, preguntándole por el libro que estaba leyendo. Pronto se dio cuenta de que tenían mucho en común, empezando por su amor por la literatura y la música clásica.
Pasaron el resto del día juntos, hablando y riendo mientras se bañaban en el mar. Poco a poco, fueron descubriendo más y más similitudes, y al final del día, estaba claro que habían encontrado en el otro a alguien especial.
El sol comenzaba a ponerse cuando se despidieron en la playa, prometiéndose volver a verse. Desde entonces, se convirtieron en inseparables, compartiendo sus pasiones por la cultura, la ciencia y los viajes. A medida que su amor se fortalecía, se dieron cuenta de que habían encontrado a su alma gemela en el lugar más inesperado: una playa soleada de la costa oeste.
Mikhail-Polyak y Yelena-Shanina se conocieron por casualidad en una cafetería de Moscú. Ambos pidieron su café y se sentaron en mesas separadas. Sin embargo, la música de fondo llamó la atención de ambos y empezaron a cantar a la vez. Sus voces se fusionaron en una armonía perfecta y, al darse cuenta, se miraron sorprendidos. Desde ese día, no dejaron de cantar juntos y se convirtieron en inseparables. Juntos crearon su propio grupo musical y empezaron a hacer presentaciones en toda Rusia, ganando popularidad con cada actuación. Su amor por la música les había unido y nunca se arrepintieron de aquel encuentro tan casual, pero a la vez tan mágico.
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