Myrl Alderman

Myrl Alderman había dejado todo en su lugar antes de partir para la aventura que había planeado durante meses. Había alquilado una cabaña en el medio del bosque, sin electricidad ni agua corriente, solo él y la naturaleza. Se había llevado solo lo esencial: comida enlatada, agua, una linterna, un cuaderno y un lápiz para escribir sus pensamientos. Sabía que sería difícil adaptarse a las condiciones, pero quería estar solo para reflexionar sobre su vida. Durante los primeros días, se sentía incómodo e impaciente. Pero, después de un tiempo, comenzó a disfrutar de su soledad. Descubrió que tenía tiempo para meditar y poner en orden sus pensamientos. Aprendió a prestar atención al entorno y a apreciar los pequeños detalles. Finalmente, llegó el día de su partida. Myrl se fue del bosque sintiéndose renovado y con una nueva perspectiva sobre la vida. Decidió que, de ahora en adelante, dedicaría más tiempo a apreciar las cosas más simples, a tomarse un tiempo para sí mismo y estar en contacto con la naturaleza.