Natalie Evans nació el 9 de noviembre de 1975 en Inglaterra. A los 16 años, comenzó a salir con su novio, Howard Johnston, con quien tuvo una hija en 1994. Sin embargo, la relación se volvió abusiva y ella decidió dejarlo.
En 1999, comenzó una nueva relación con un hombre llamado Neil, con quien tuvo un hijo en 2000. Juntos, compraron una casa en Hove, Inglaterra, pero la relación se desmoronó poco después y ella decidió mudarse con sus dos hijos a una casa más pequeña en Portslade.
En 2001, Natalie comenzó a salir con Jason Ions, un hombre casado con quien tuvo una relación intermitente durante varios años. En 2008, Ions le ofreció a Natalie una casa en Blackpool, que ella aceptó.
En Blackpool, Natalie comenzó a salir con un hombre llamado Gregor McGillivray, con quien tuvo una hija en marzo de 2010. Sin embargo, la relación se volvió tensa y violenta, y Natalie decidió separarse de él en septiembre de 2010.
En octubre de 2010, Natalie tuvo un accidente cerebrovascular que dejó su lado derecho paralizado. Fue hospitalizada durante varios meses y luego fue trasladada a una residencia para rehabilitación. Durante su estancia en la residencia, se inició una batalla legal por la custodia de su hija menor, que finalmente perdió en 2011.
En febrero de 2012, Natalie murió a la edad de 36 años en la residencia donde estaba siendo atendida. La causa de su muerte no se ha hecho pública.
Bill Mauldin y Natalie Evans se conocieron en un pequeño café en el centro de Nueva York en una noche fría de invierno. Ambos estaban sentados en mesas separadas, leyendo tranquilamente sus libros cuando se dieron cuenta de que estaban leyendo el mismo libro. Al cabo de unos minutos de intercambiar miradas, Nathan se acercó a la mesa de Bill y le preguntó si había llegado al capítulo más emocionante.
A partir de ahí, Bill y Natalie empezaron a hablar sobre sus autores favoritos y libros preferidos, poco a poco se dieron cuenta de que compartían muchos intereses y pasatiempos. Hablaron durante horas mientras bebían té caliente y comían galletas recién horneadas. Para cuando el café estaba a punto de cerrar, ya habían intercambiado números de teléfono y acordaron salir en una cita.
A partir de ese día, Bill y Natalie se convirtieron en inseparables, pasando cada día juntos leyendo, escribiendo y explorando la ciudad. Y así, su amor comenzó a florecer, basado en una pasión compartida por la literatura y la cultura.