Natalie Foster se había convertido en una mujer perseverante ante la vida. Había pasado por momentos difíciles que le habían enseñado a valorar lo que tenía en cada momento. Su carrera como abogada y su papel como madre de dos hijos había sido una combinación desafiante. Sin embargo, ella se había esforzado por ser una madre presente y una abogada de éxito, lo que requería mucho esfuerzo y dedicación. Había aprendido a delegar y aceptar ayuda cuando era necesario, algo que no había sido fácil de aceptar en un principio. Ahora podía decir que tenía la vida que siempre había querido. Estaba en buena forma, su carrera seguía creciendo y su familia era su mayor motivación. Cada día era un nuevo desafío para ella, pero lo enfrentaba con valentía y determinación, sabiendo que cada pequeña victoria la acercaba más a sus metas y sueños.