Peter Shaw llevaba años trabajando en el mismo empleo, en una oficina de contabilidad. Aunque le gustaba su trabajo, últimamente sentía que necesitaba hacer algo diferente. Decidió inscribirse en una clase de arte los sábados, algo que siempre había querido hacer pero nunca había encontrado el tiempo. Descubrió que tenía talento para la pintura y empezó a hacerlo en su tiempo libre. Sus amigos y familiares quedaron impresionados con sus obras y empezaron a comprarlas. Poco a poco, Peter empezó a dedicar más tiempo a su pasión y menos a su trabajo de oficina. Finalmente, dejó su empleo y abrió su propio estudio de arte, donde pudo dedicarse completamente a su amor por la pintura. Aunque no ganaba tanto como en su antiguo trabajo, era más feliz y satisfactorio. Peter se sintió realizado al seguir su pasión y vivir su sueño.