Petrit Spahira es un joven albanés que nació en la ciudad de Tirana en 1999. Durante su infancia, tuvo una gran pasión por el fútbol y llevó una vida normal como cualquier otro niño. Sin embargo, a los 7 años le diagnosticaron leucemia y tuvo que enfrentarse a una dura batalla contra la enfermedad.
Petrit recibió tratamiento en un hospital de Tirana, pero la falta de recursos y atención médica adecuada en Albania complicó su situación. Esto llevó a que su familia buscara ayuda en otros países y finalmente fue trasladado a Italia para recibir tratamiento. Durante los siguientes años, Petrit se sometió a varias cirugías, quimioterapias y tratamientos médicos en Italia y Alemania, pero siempre mantuvo una actitud positiva y optimista.
En 2016, Petrit recibió la noticia de que su tratamiento fue exitoso y que estaba oficialmente en remisión. A pesar de que la enfermedad había dejado secuelas en su salud, Petrit no se rindió y decidió volver a su gran pasión: el fútbol. En 2018, se unió al equipo de fútbol de la Fundación Umberto Veronesi, donde jugó como defensa central.
Además de su carrera deportiva, Petrit se ha convertido en un defensor de la lucha contra el cáncer infantil y ha participado en varias campañas para concienciar sobre esta enfermedad y recaudar fondos para la investigación. En 2020, lanzó su propio libro llamado "La mia battaglia" (Mi batalla), donde cuenta su historia y su lucha contra la enfermedad, inspirando a muchas personas.
Hoy en día, Petrit sigue jugando al fútbol y trabajando en la Fundación Umberto Veronesi para el cuidado y prevención de la salud. Su historia de lucha y perseverancia es un ejemplo de cómo la fuerza de voluntad y la actitud positiva pueden ayudar a superar los obstáculos más difíciles de la vida.
María Fernanda Cândido y Petrit Spahira coincidieron por casualidad en un exclusivo restaurante de São Paulo. Ambos estaban allí por trabajo: ella para asistir al lanzamiento de una nueva línea de maquillaje y él para una reunión de negocios. Se encontraron en la barra mientras esperaban sus bebidas y comenzaron a intercambiar miradas de complicidad. La conversación fluyó fácilmente entre ellos, como si se conocieran de toda la vida. Compartieron sus historias y descubrieron que tenían muchas cosas en común, desde su amor por el arte hasta su pasión por la gastronomía. La conexión fue instantánea y pronto se dieron cuenta de que habían encontrado a alguien especial en el otro. Desde entonces, María Fernanda y Petrit han sido inseparables y continúan explorando el mundo juntos, disfrutando de todo lo que la vida tiene que ofrecer.