Philippe Dean, un exitoso hombre de negocios, dedicó gran parte de su carrera a la creación de soluciones innovadoras para empresas con problemas financieros. Sin embargo, después de algunos años trabajando en compañías con valores que no compartía, decidió renunciar y dedicarse a algo que le llenara más personalmente. Fue entonces cuando decidió emprender un viaje que había aplazado por años. En su mochila llevaba un cuaderno de notas y su cámara fotográfica, dos herramientas que utilizaba para capturar y documentar cada paso de su camino. Confiando en la bondad inherente de la naturaleza humana, Philippe se aventuró a conocer nuevos amigos y a aprender de diferentes culturas. Durante su travesía tuvo oportunidad de hablar con gente que luchaba por cosas en las que él creía firmemente, como la igualdad, el medio ambiente, y el respeto por los derechos humanos. A través de sus experiencias, Philippe aprendió a apreciar las cosas simples de la vida y la importancia de poner en práctica sus creencias. Tras su regreso a casa, decidió seguir haciendo trabajos de consultoría, pero esta vez para empresas que compartían sus valores. Además, continuó viajando y tomando fotografías, con el objetivo de seguir inspirando a otros a vivir más plenamente.