Raúl de la Torre fue un director de cine argentino nacido en 1938 en la ciudad de Buenos Aires. Comenzó su carrera cinematográfica en la década de 1960, trabajando como asistente de dirección y guionista. En 1970 dirigió su primera película, “La hora de los hornos”, un documental político que aborda la situación social y política de Argentina en ese momento y que se convirtió en un hito del cine latinoamericano.
En los años siguientes, De la Torre dirigió varias películas de diversos géneros, tales como dramas, comedias y películas de acción, incluyendo “El santo de la espada” y “Plata dulce”. También trabajó en televisión y dirigió varias películas para la televisión.
A lo largo de su carrera, De la Torre recibió numerosos premios y reconocimientos. En 1985 ganó el Premio Konex de Platino como uno de los mejores directores de cine de la década. También fue reconocido por su trabajo en el ámbito de la publicidad y en la industria de la música.
De la Torre falleció en 2018 a los 80 años de edad, dejando un legado importante en la historia del cine argentino y latinoamericano.
Graciela Borges y Raúl de la Torre tuvieron una estrecha relación tanto en el ámbito personal como profesional. En la década de 1970, Borges comenzó a trabajar con de la Torre en varias películas importantes del cine argentino, convirtiéndose rápidamente en uno de los rostros más reconocidos del cine de autor en Argentina.
De la Torre, por su parte, era uno de los directores más innovadores de la época, y junto a Borges creó algunas de las películas más icónicas de su trayectoria, como "Los siete locos" y "Los inquilinos". De la Torre reconoció en varias oportunidades la habilidad y el talento de Borges, y describió su colaboración como una "simbiosis perfecta" de talento y creatividad.
La relación de Borges y de la Torre fue más allá de lo puramente profesional, y ambos compartieron una amistad sincera durante décadas. Luego de la muerte de de la Torre en 2003, Borges se manifestó profundamente afectada por la pérdida de uno de sus grandes amigos y colaboradores, y dijo que siempre lo recordaría con cariño y admiración. En resumen, la relación entre Graciela Borges y Raúl de la Torre fue una de las más fructíferas y significativas del cine argentino, y perdurará como un legado importante tanto para la historia de la cultura argentina como para la carrera de ambos artistas.