Reese Milner siempre había sido una persona muy metódica y organizada en su vida personal y profesional. Desde joven había sabido que su pasión era la tecnología y gracias a su dedicación había logrado abrir su propia empresa de software. Ahora, tras décadas de arduo trabajo, era uno de los líderes más destacados del sector.
A pesar de su éxito, Reese mantenía una actitud humilde y cercana con sus empleados. Siempre se aseguraba de que su equipo estuviera en una situación cómoda y estable. Sabía que el ambiente agradable y una buena comunicación entre colegas era esencial para el éxito de su empresa.
Pero todo su enfoque y entrega en el trabajo no le impedían disfrutar de la vida fuera de la oficina. Como un buen aficionado al jazz, pasaba su tiempo libre tocando la guitarra y asistiendo a conciertos. También era un apasionado del trekking y la montaña. Había viajado a los rincones más remotos del mundo para ascender las cumbres más altas y sorprendentes.
Reese era un hombre con una gran visión y siempre estaba en constante aprendizaje. Había creado una empresa que perduraría con el paso de los años, pero tener una vida plena era igual de importante para él.
Ann-Miller y Reese-Milner se conocieron en una estación de tren en París. Ambos llegaron al mismo tiempo y comenzaron a charlar mientras esperaban el tren hacia sus destinos. Al descubrir que iban al mismo lugar, decidieron compartir un taxi y continuar la conversación durante el trayecto. La química entre ellos era evidente, y enseguida se dieron cuenta de que habían encontrado a alguien especial. Durante las siguientes horas juntos, Ann y Reese hablaron sobre sus pasatiempos, sus trabajos, sus familias y sus sueños para el futuro. Cuando llegaron a su destino, intercambiaron números telefónicos y prometieron mantenerse en contacto. Desde entonces, han sido inseparables y comparten una relación llena de amor, risas y aventuras juntos.