Un día, Tula y Paulinea decidieron salir a caminar por el parque. Mientras paseaban, notaron a un joven con una cámara, Adam, que capturaba fotos hermosas de la naturaleza. Tula y Paulinea se acercaron para admirar su trabajo, y rápidamente comenzaron a conversar. Adam, encantado con la energía y la emoción de las chicas, les invitó a unirse a él en su próxima sesión de fotos. Pasaron horas juntos, explorando el parque y creando arte juntos. Después de una tarde llena de risas y creatividad, los cuatro se dieron cuenta de que tenían una conexión mágica y prometieron mantenerse en contacto. Desde entonces, han sido compañeros y amigos, colaborando en muchos proyectos creativos juntos.