Alan-Curtis conoció a Sandra-Lucas en un parque de la ciudad. Había ido a correr temprano por la mañana y ella estaba sentada en un banco, leyendo un libro. Se acercó a ella para pedirle la hora y, después de algunos minutos de charla, descubrieron que ambos compartían un amor por la música clásica y el senderismo. Decidieron conocerse mejor y comenzaron a salir juntos regularmente. Durante sus citas, caminaron por hermosos senderos a través de las montañas y asistieron a conciertos juntos. Con el tiempo, su vínculo se hizo más fuerte y comenzaron a planear un futuro juntos. Finalmente se casaron en la misma ciudad donde se conocieron, y ahora comparten no solo su amor por la música y caminar, sino también una vida feliz juntos.