Alan y Priscila se conocieron en una feria de arte en el centro de la ciudad. Ambos estaban admirando una obra de arte cuando se dieron cuenta de que estaban viéndola desde el mismo ángulo. Después de intercambiar unas palabras, se dieron cuenta de que compartían una pasión por el arte y la cultura. La conversación fue fluida y una cosa llevó a la otra, comenzaron a conversar sobre sus gustos y aficiones. Entre risas y charlas interesantes, el tiempo pasó volando. Finalmente, intercambiaron números de teléfono y prometieron volver a encontrarse pronto. Y así empezó la historia de amor de Alan y Priscila, cimentada en su amor por el arte y la cultura.