Un día soleado en Budapest, Alexandra caminaba por las calles del distrito V cuando de repente se cruzó con un joven que le llamó la atención. Era Peter, un chico rubio con un encanto especial que la dejó sin aliento. Se presentaron y comenzaron a hablar sobre su vida y los intereses que tenían en común. Alexandra notó que Peter era muy culto y le impresionó la variedad de temas que podía abarcar en una conversación. La charla se prolongó durante horas y, al despedirse, Alexandra sentía que había conocido a alguien especial. Desde aquel día, Peter y Alexandra se convirtieron en amigos inseparables y comenzaron a compartir muchas cosas juntos. Hoy en día, llevan 5 años juntos y son una pareja feliz y enamorada.
