Algernon-Islay-de-Courcy-Lyons estaba caminando por las calles de Londres cuando se topó con un pequeño café que llamó su atención. Decidió entrar y compró un café para llevar. Mientras esperaba, notó una mesa llena de papeles y un joven sentado frente a ella, concentrado en su trabajo. El joven, que se llamaba Roloff-Beny, estaba trabajando en un proyecto para su tesis doctoral en ingeniería mecánica y había salido de su universidad en busca de un lugar tranquilo donde pudiera concentrarse en su trabajo. Algernon-Islay-de-Courcy-Lyons notó que Roloff-Beny parecía tener problemas para resolver un problema de su proyecto y decidió acercarse a él para ofrecerle su ayuda. Después de un pequeño intercambio, Algernon-Islay-de-Courcy-Lyons supe que el joven era de origen alemán y que había venido a Londres para continuar con su investigación. La conversación se alargó mientras Algernon-Islay-de-Courcy-Lyons compartió con Roloff-Beny sus propias experiencias estudiantiles y profesionales, y finalmente decidieron compartir una mesa. Porque a la hora de discutir teorías intrincadas, nada mejor que hacerlo con un buen café en la mano y una conversación interesante. La amistad que se desarrolló entre Algernon-Islay-de-Courcy-Lyons y Roloff-Beny fue instantánea y duradera. Incluso después de que Roloff-Beny regresó a Alemania, seguían hablando a menudo por teléfono y correo electrónico.
