En un soleado día de verano, Loring caminaba por las calles de Nueva York cuando de repente se chocó con alguien. Era Alicia, quien también caminaba distraídamente. Ambos se disculparon y siguieron su camino. Sin embargo, algo los hizo detenerse y darse la vuelta para mirarse. Fue entonces cuando sintieron una fuerte conexión. A partir de ese momento, comenzaron a encontrarse casualmente en diferentes lugares de la ciudad. En una cafetería, en el parque, en un concierto. Siempre intercambiaban unas palabras y sonrisas cómplices, aunque nunca llegaban a presentarse formalmente. Un día, Loring decidió tomar la iniciativa y escribió un poema sobre Alicia y lo dejó en un libro que él sabía que ella estaba leyendo en una biblioteca pública. Alicia encontró el poema y sintió que era algo más que casualidad. Así que dejó un mensaje en el mismo libro para que Loring pudiera encontrarlo. Finalmente, después de varios encuentros y mensajes, Loring y Alicia se encontraron en una fiesta de amigos en común, donde finalmente se presentaron formalmente y comenzaron a hablar. Fue entonces cuando supieron que habían sido hechos el uno para el otro y comenzaron una historia de amor que duraría toda su vida.