Elise Cowen y Allen Ginsberg mantuvieron una relación amorosa y artística durante su juventud en Nueva York en la década de 1950. Cowen fue una poeta talentosa en su propio derecho y fue una gran influencia en el trabajo de Ginsberg. Sin embargo, Cowen también lidió con problemas emocionales y mentales y, desafortunadamente, se quitó la vida a la edad de 28 años. Ginsberg quedó profundamente afectado por su pérdida y dedicó varios poemas y escritos a su memoria. Ha sido sugerido que la relación entre Cowen y Ginsberg y la muerte prematura de Cowen tuvieron un impacto significativo en la obra de Ginsberg y en su vida personal.