Un día soleado, Daniel salió a dar un paseo por el parque de su barrio cuando se topó con Alma, quien estaba sentada en un banco leyendo un libro. Al verla, Daniel sintió una extraña conexión con ella y decidió acercarse. Al conversar con Alma, descubrió que ambos compartían una pasión por el cine y la escritura. Daniel era un guionista en ascenso, mientras que Alma era una talentosa actriz que también escribía guiones. Después de intercambiar ideas y hablar de sus proyectos en común, decidieron colaborar en un cortometraje. Trabajaron duro y, después de varias semanas, presentaron su proyecto a diferentes festivales de cine. Con el tiempo, Daniel y Alma construyeron una amistad sólida, motivándose mutuamente en sus carreras en la industria cinematográfica. Hoy en día, siguen trabajando juntos y están orgullosos de haberse conocido aquel día en el parque.