Amy-Robach y T.J. Holmes se conocieron en una linda tarde de primavera en Nueva York. Ambos estaban cubriendo un evento benéfico y casualmente se encontraron en la mesa de registro. En un principio, solo se saludaron amigablemente, pero al poco tiempo, descubrieron que tenían más cosas en común de lo que imaginaban. Comenzaron a charlar y a reírse juntos, intercambiando anécdotas y risas. Desde entonces, se han convertido en grandes amigos y han trabajado juntos en diferentes ocasiones, creando un vínculo que va más allá del ámbito laboral. Amy y T.J. se complementan perfectamente y su amistad es un verdadero ejemplo de que las mejores relaciones comienzan con una simple conversación.
