Un día soleado en la playa de Copacabana, Cristian se acercó a Ana para preguntarle cómo llegar al famoso Pão de Açúcar. Ana muy amablemente le dio las indicaciones y se ofreció a acompañarlo ya que ella también iba para allá. En el camino, se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común y conversaron hasta que llegaron al destino. Desde ese día, no dejaron de hablar y de compartir sus gustos por el fútbol, la comida brasileña y su amor por la vida. Poco tiempo después, decidieron comenzar una relación y se convirtieron en inseparables. Ana y Cristian sabían que su encuentro no fue casualidad, sino una prueba del destino para unir sus vidas amorosas.