Jesse Bradford y Andrea Watrouse se conocieron de manera fortuita en una cafetería de Los Ángeles. Jesse estaba leyendo un guion mientras tomaba un café y Andrea entró buscando un lugar para trabajar en su portafolio de arte. Cuando Andrea se sentó, se dio cuenta de que la mesa de al lado estaba vacía, así que se acercó para preguntar si podía sentarse allí. Jesse, educado, aceptó, y mientras Andrea trabajaba en su arte, Jesse continuó su lectura. Pasaron unos minutos en silencio hasta que Jesse notó que Andrea estaba intentando dibujar algo particularmente complicado. Se acercó a ella y le preguntó si necesitaba ayuda. Andrea aceptó la ayuda de Jesse, y de repente, ambos estaban bastante enganchados en la conversación y se sorprendieron al descubrir que tenían mucho en común. Compartieron sus pasiones, sus intereses y sus sueños, descubrieron que vivían cerca uno del otro, y antes de que se dieran cuenta, ya habían intercambiado números de teléfono y se habían comprometido a seguir hablando. Los siguientes días, Jesse y Andrea siguieron reuniéndose en la misma cafetería, y poco a poco, se fueron conociendo mejor, hasta que su relación se convirtió en algo más que una simple amistad. Desde entonces, Jesse y Andrea han sido inseparables y siempre han agradecido al destino por haberlos juntado de una manera tan peculiar y especial.
