Mientras John F. Kennedy estaba de vacaciones en Palm Beach, Florida, se topó con Angela Greene en la playa. La belleza y el encanto de Angela capturaron inmediatamente la atención de Kennedy, quien se acercó para presentarse. Después de conversar durante un rato, JFK y Angela descubrieron que compartían una pasión por la política y la justicia social. Se comprometieron a mantenerse en contacto, y pronto comenzaron a intercambiar cartas y llamadas telefónicas mientras Kennedy se preparaba para postularse para el cargo de presidente. Finalmente, Angela se convirtió en un activo inestimable en la campaña de JFK, ayudando a organizar eventos y movilizando a los votantes. Su conexión profunda solo se hizo más fuerte durante los años en que Kennedy sirvió como presidente, lo que llevó a muchos a preguntarse si había más entre ellos que una simple amistad. A pesar de los rumores y especulaciones, la verdadera naturaleza de su relación nunca se ha confirmado públicamente.