Ann-Pennington y Peter-Andrew-Brinkman se conocieron por casualidad en una tienda de libros de segunda mano. Ambos buscaban un libro común y se encontraron en el mismo estante. Al principio no se hablaron, pero rápidamente establecieron un diálogo sobre literatura, lo que les llevó a intercambiar números y a salir juntos en una cita literaria. Desde entonces, se han convertido en inseparables compañeros de lectura y escritura.