Anthony Quinn e Inger Stevens fueron actores que trabajaron juntos en varias películas en la década de 1960. A pesar de los rumores de romance en el set de "Firecreek" en 1968, no hay pruebas concretas de una relación romántica entre ellos. Sin embargo, Quinn y Stevens mantenían una amistad cercana fuera de la pantalla y compartían intereses comunes, como la actuación y la pintura. Según los informes, Quinn quedó devastado tras el suicidio de Stevens en 1970. Quinn, a menudo conocido por sus papeles en películas de acción y aventuras, describió a Stevens como una actriz "extraordinaria" y "muy talentosa". A lo largo de su carrera, Quinn trabajó con algunas de las actrices más reconocidas de la época, como Sophia Loren y Audrey Hepburn, pero siempre tuvo un lugar especial en su corazón para Inger Stevens.
