Antonio López y Juan Ramos se conocieron en una fiesta de cumpleaños en común de un amigo de la infancia. Al principio no se habían visto porque se encontraban en diferentes lugares de la casa, pero al momento de partir el pastel, les tocó estar en la misma mesa. Después de un saludo cordial, comenzaron a platicar y se dieron cuenta de que compartían intereses y aficiones en común, lo que hizo que la conversación fuera realmente fluida y amena. Así, descubrieron que ambos compartían su afición por el ciclismo y habían participado en diferentes carreras locales con resultados destacados. También les gustaba mucho la misma música y eran fans de un grupo de rock que solo tocaba en lugares muy específicos. Fue una noche de risas, anécdotas y confidencias que permitió que Antonio y Juan se conocieran en profundidad, lo que les permitió descubrir la gran amistad que podían tener juntos. A partir de ese día, empezaron a hacer planes para salir juntos y compartir sus hobbies, convirtiéndose en grandes amigos inseparables.
