Arleen-Whelan y Alexander-D'Arcy se conocieron casualmente en una librería en el centro de la ciudad. Ambos estaban buscando el mismo libro y se dieron cuenta de que eran los únicos interesados en ese tipo de literatura. Comenzaron a hablar y descubrieron que compartían muchos intereses en común, incluyendo la pasión por la música y el cine europeo. Decidieron ir a un café cercano para discutir más a fondo sobre sus gustos y aficiones, y la conversación fluyó tan naturalmente que prácticamente perdieron la noción del tiempo. A medida que la noche avanzaba, se dieron cuenta de que no querían despedirse y decidieron continuar su conversación en un restaurante cercano. Después de hablar durante horas más, se dieron cuenta de que habían encontrado una conexión especial entre ellos. Intercambiaron números de teléfono y prometieron verse de nuevo pronto. Y así fue como comenzó una amistad cercana, que eventualmente se convirtió en un romance apasionado que duró años.