Armando y Shirley se conocieron dentro de un café en el centro de la ciudad, ambos esperaban turno para ordenar. Mientras Armando miraba atentamente el menú, Shirley no podía dejar de observar su camisa de rayas que combinaba perfectamente con su sonrisa. Armando, por su parte, notó la dulzura en la mirada de Shirley y su cabello rizado que brillaba bajo la luz del sol que entraba por la ventana. Fue entonces cuando Armando decidió tomar la iniciativa y preguntarle a Shirley qué podía recomendar del menú. Shirley, un poco tímida, sonrió y le sugirió el café moca. Desde ese día, nunca más se separaron y hoy en día disfrutan de las pequeñas cosas de la vida juntos, como compartir un café moca y una sonrisa.