Arthur M. Loew Jr. y Regina Groves se conocieron en un día soleado en el parque central de Nueva York. Ambos estaban disfrutando de un buen libro en un banco cercano y sus miradas se encontraron. Arthur, un joven exitoso en el mundo del cine, se acercó a Regina, quien era una escritora poco conocida en ese entonces, y le preguntó qué libro estaba leyendo. Los dos comenzaron a conversar y rápidamente descubrieron que tenían mucho en común. Compartieron sus pasiones por el arte y la cultura, y se dieron cuenta de que vivían en el mismo vecindario. Arthur y Regina quedaron en encontrarse al día siguiente en una cafetería cercana para hablar más sobre sus intereses y trabajar juntos en futuros proyectos. Con el tiempo, su amistad se convirtió en una relación romántica. Arthur y Regina eran el complemento perfecto el uno para el otro y juntos crearon algunos de los más grandes clásicos del cine. Su amor y trabajo juntos duró toda la vida, haciendo que su legado se convirtiera en parte de la historia de Hollywood.
