Una tarde soleada, Ashley estaba paseando por el parque cuando se tropezó con una piedra. Justo en ese momento, Paul pasaba corriendo y la vio caer. Se acercó para ayudarla y, tras comprobar que no se había hecho daño, comenzaron a charlar. Descubrieron que vivían en el mismo edificio y decidieron quedar para tomar un café. Desde entonces, no han dejado de pasar tiempo juntos y se han convertido en grandes amigos.