Bea-lao y Sid-Lucero se conocieron en una tarde soleada en el parque. Bea-lao estaba sentada en un banco, disfrutando del día, cuando de repente vio a Sid-Lucero caminando hacia ella. En cuanto se encontraron, Bea-lao notó lo guapo que era Sid-Lucero, y Sid-Lucero notó la dulzura de la sonrisa de Bea-lao. Después de presentarse, empezaron a hablar sobre sus aficiones y gustos, descubriendo que tenían mucho en común. Bea-lao le contó que le encantaba el arte y la música, y Sid-Lucero le respondió que también era un gran fan de la música y tocaba la guitarra. A partir de ahí, comenzaron a compartir historias sobre sus vidas y a reír juntos. A medida que la tarde avanzaba, se dieron cuenta de que habían formado una conexión especial y decidieron intercambiar números de teléfono para poder seguir hablando. Desde entonces, no han dejado de comunicarse y han llegado a ser grandes amigos, siempre unidos por su amor compartido por el arte y la música.
