Bella Darvi y Michael Curtiz tuvieron una relación profesional y personal complicada. Darvi, nacida como Bajla Węgier en Polonia, alcanzó la fama en Hollywood en la década de 1950 gracias a su participación en películas como "El hombre de las mil caras" y "El príncipe que fue un ladrón". Sin embargo, su carrera se vio obstaculizada por su falta de habilidades actorales y su acento extranjero. En 1954, Darvi conoció a Michael Curtiz, un conocido director húngaro que había dirigido clásicos del cine como "Casablanca" y "Mildred Pierce". Curtiz quedó impresionado por la belleza de Darvi y la seleccionó para protagonizar su próxima película, "El príncipe que fue un ladrón". En el set, se estableció una relación íntima entre Darvi y Curtiz, a pesar de la edad y la diferencia cultural. La relación entre Darvi y Curtiz se mantuvo en secreto, ya que Curtiz estaba casado en ese momento. Sin embargo, la prensa descubrió la relación y comenzó a especular acerca de ella. El escándalo afectó la carrera de Darvi, quien fue criticada por su falta de ética y su dependencia del poderoso director. En 1958, Darvi intentó suicidarse y Curtiz se divorció de su esposa para casarse con ella, pero la relación duró poco tiempo. La carrera de Darvi no se recuperó de los problemas personales y la mala publicidad, y fue relegada a roles menores en películas de bajo presupuesto. En 1971, Darvi murió en París a los 42 años debido a una sobredosis de barbitúricos, lo que puso fin a una vida turbulenta y plagada de conflictos emocionales y profesionales. Curtiz, por su parte, continuó dirigiendo películas hasta su muerte en 1962.