Gabor-Vincze y Bernadett-Bodi se conocieron por casualidad en el parque central de Budapest. Estaban ambos sentados en un banco, cada uno absorto en sus propios pensamientos. Fue en ese momento que un pájaro se posó sobre el hombro de Gabor, lo cual hizo que en un acto de reflejo, levantara su mano para quitárselo de encima. Sin embargo, Bernadett lo vio y le hizo señas para decirle que no lo haga, que ese pájaro era especial. Gabor la miró extrañado, pero al ver la sonrisa en su rostro, decidió escucharla. Bernadett entonces le explicó que el pájaro era un jilguero, un símbolo de la libertad y la alegría. A partir de ese momento, los dos empezaron a hablar y descubrieron que tenían muchas cosas en común, entre ellas la pasión por los pájaros y la naturaleza. Después de un rato, Gabor y Bernadett intercambiaron números telefónicos para mantener contacto y, desde entonces, se han vuelto grandes amigos y compañeros en muchas aventuras al aire libre.
