Barbara Nichols y Bill Cable se conocieron en una fría noche de invierno en Nueva York. Ambos estaban en un bar, disfrutando de una copa para alejarse del frío. En ese momento, Barbara se acercó a Bill y le preguntó si podía sentarse en su mesa. Al cabo de unos minutos de conversación, se dieron cuenta de que tenían una conexión especial y comenzaron a flirtear intensamente. La química entre ellos era evidente y, a medida que la noche avanzaba y el alcohol fluía, se dieron cuenta de que querían pasar más tiempo juntos. Así comenzó su historia de amor.