Blyth-Daly y Estelle-Winwood se conocieron por casualidad en un parque de Londres. Ambos estaban sentados en el mismo banco, disfrutando de un día soleado. Blyth había terminado una presentación teatral y estaba disfrutando del clima, mientras que Estelle estaba pensando en sus próximas audiciones. De repente, un perro corrió hacia ellos y saltó al regazo de Estelle. Blyth se rió y se presentó, y Estelle seguía acariciando al perro mientras hablaban. Descubrieron que los dos tenían una pasión por el teatro y la actuación, y comenzaron a hablar sobre sus experiencias y sus sueños. Fue una conversación tan agradable que los dos intercambiaron información de contacto y prometieron mantenerse en contacto. Y así, comenzó una amistad que duró toda la vida y una colaboración profesional que llevó al teatro y al cine algunas de las actuaciones más memorables del siglo XX.
