Un día soleado, Bobbe y Robert se encontraron en una cafetería. Al ordenar sus cafés, notaron que ambos se pedían lo mismo: un café con leche y un croissant. Esto los llevó a entablar una conversación casual, hablando sobre sus trabajos como diseñadores gráficos. Descubrieron que trabajaban en la misma área y se interesaron el uno en el otro. Intercambiaron números de teléfono y acordaron tener una reunión de trabajo juntos. Desde aquel día en la cafetería, Bobbe y Robert se hicieron amigos y colegas cercanos en la industria del diseño, construyendo una relación duradera y colaborando en muchos proyectos innovadores e interesantes.