Carmen y Gunnar se conocieron en un café de Los Ángeles. Ella estaba sentada en la barra, tomando un café cortado, cuando él entró y se sentó a su lado, pidiendo un expresso doble. Sus miradas se cruzaron y le sonrieron amablemente. Carmen no podía dejar de mirarlo, era alto, rubio y de ojos claros. Gunnar parecía no estar en su mejor momento, algo triste y preocupado. Ella decidió entablar una conversación y le preguntó si todo estaba bien. Gunnar le confesó que estaba atravesando un momento difícil en su vida. Carmen decidió llevarlo a caminar por el parque y hablar con él. A partir de ese momento, se hicieron inseparables. Gunnar se dio cuenta de que Carmen era una persona maravillosa, siempre dispuesta a escucharlo y apoyarlo. Juntos descubrieron la ciudad de Los Ángeles y compartieron momentos inolvidables. Desde ese día, nunca volvieron a separarse. Fueron el uno para el otro, el apoyo y la luz en los momentos oscuros.
