Un día soleado en el centro de la ciudad fue el escenario del encuentro fortuito entre Gary y Charlene. Ambos se encontraban en la misma calle, apurados por llegar a sus respectivos trabajos, cuando sus miradas se cruzaron. Durante unos segundos, el tiempo pareció detenerse mientras se miraban el uno al otro sin saber muy bien qué hacer. Finalmente, Gary se acercó a Charlene con una sonrisa nerviosa en el rostro y le preguntó si necesitaba ayuda para llevar alguna de sus maletas. Charlene, agradecida por el gesto, aceptó sin dudarlo y juntos caminaron hasta el metro más cercano, charlando y riendo como si se conocieran de toda la vida. Desde ese día, Gary y Charlene se han convertido en inseparables y han pasado por muchas aventuras juntos, incluyendo un viaje inolvidable por Europa y la apertura de su propia empresa de arquitectura. A pesar de que se conocieron de forma completamente fortuita, saben que su encuentro fue el comienzo de algo único y especial.
