Charlotte y Mario se conocieron en un día soleado en el parque. Charlotte estaba sentada en el banco, disfrutando de su libro favorito mientras Mario caminaba por el sendero. De repente, tropezó con una piedra y cayó al suelo. Charlotte, al escuchar el ruido, levantó la mirada y vio a Mario en la hierba. La curiosidad la llevó a acercarse para ver si estaba bien, y al hacerlo, notó que tenía un gran moretón en la frente. Después de asegurarse de que Mario estaba bien, Charlotte se ofreció a llevarlo a casa. Mientras caminaban hacia el auto de Charlotte, comenzaron a charlar y descubrieron que tenían muchos intereses en común. Al llegar a la casa de Mario, él la invitó a pasar para tomar una taza de té y conocer a su perro. Durante esa tarde, charlaron sobre sus vidas, hobbies y metas personales. Descubrieron que ambos compartían una pasión por la música clásica y la gastronomía. A medida que avanzaba la conversación, se dieron cuenta de que habían encontrado a alguien con quien se sentían muy cómodos hablando. Desde aquel día, Charlotte y Mario se mantuvieron en contacto y empezaron a salir juntos regularmente. A medida que se conocían más, descubrieron que se habían encontrado en el momento justo y en el lugar indicado. Ahora, mirando hacia atrás, los dos están agradecidos de que un pequeño accidente en el parque los haya unido para siempre.