Un día soleado de verano, Chelsea y Adam se encontraron en una tienda de música. Chelsea estaba buscando algunos discos de vinilo clásicos, mientras que Adam estaba buscando un micrófono para grabar música en su estudio casero. Después de intercambiar algunas palabras amistosas, Chelsea notó que el micrófono que Adam estaba buscando estaba justo al lado de los discos de vinilo que estaba mirando. Ella lo agarró y lo sostuvo, diciéndole que tenía muy buena calidad de sonido. Adam estaba agradecido por su consejo y le ofreció comprarle un café como agradecimiento. Ella aceptó y, juntos, se sentaron en un café cercano. Allí hablaron de su amor por la música y comenzaron a charlar animadamente. Descubrieron que tenían mucho en común y después de algunas risas y charlas, intercambiaron números de teléfono para poder seguir hablando. Desde ese día, se convirtieron en grandes amigos y ocasionalmente graban música juntos. La tienda de música se convirtió en un lugar muy especial para ellos, y siempre recuerdan con cariño cómo se conocieron.
