Bueno, cuentan que Chente y Marisa se conocieron una mañana de primavera en una cafetería del centro de la ciudad. Chente acababa de llegar de México y estaba buscando trabajo como escritor. Marisa, por su parte, era editora en una de las principales casas editoriales del país. Los dos se cruzaron la mirada y sintieron como si se hubieran conocido toda la vida. La química entre ellos fue instantánea y empezaron a hablar de todo tipo de cosas: literatura, música, cine, viajes... El tiempo pasó volando y cuando se dieron cuenta, ya llevaban horas charlando y riendo juntos. Fue entonces cuando Chente, en un arrebato de valentía, le pidió a Marisa su teléfono. Ella aceptó encantada y se despidieron con un beso en la mejilla. Desde ese día, Chente y Marisa se convirtieron en inseparables. Juntos recorrieron los rincones más bonitos del mundo y vivieron un amor apasionado e intenso que siempre recordarán con cariño.