Cleopatra VII y Marco Antonio tuvieron una relación amorosa que se convirtió en una de las más famosas de la historia. Se conocieron en el año 41 a.C. cuando Antonio visitó Egipto por primera vez como gobernador de Cilicia, Siria y el Líbano. Debido a la gran belleza y astucia política de Cleopatra, Antonio quedó cautivado por ella y pasó varios años al lado de la reina, dejando incluso de lado sus deberes como gobernante romano. Juntos formaron una alianza política y militar, y Antonio le concedió a Cleopatra grandes territorios de Oriente, incluyendo Chipre, Cirene y partes de Siria y Arabia. La relación entre Cleopatra y Antonio también tuvo un elemento trágico. En el año 32 a.C., Antonio se casó con Cleopatra en Egipto, lo que provocó una ruptura definitiva con Roma y su jefe, Octavio. En la famosa Batalla de Actium en el año 31 a.C., Antonio y Cleopatra se enfrentaron a Octavio en una lucha por el poder. El ejército de Antonio fue derrotado, y la pareja decidió huir a Egipto. Pero la victoria de Octavio fue inevitable, y en el año 30 a.C. las fuerzas de Octavio llegaron a Alejandría, la capital de Egipto. Cleopatra y Antonio intentaron suicidarse para evitar ser capturados, pero Antonio falló en su intento y fue capturado y llevado ante Octavio. Cleopatra, creyendo que Antonio había muerto, se suicidó con una serpiente venenosa. La relación entre Cleopatra VII y Marco Antonio se ha convertido en un símbolo del amor eterno y la tragedia, y ha sido tema de numerosas obras de arte y literarias a lo largo de los siglos.
