Un día soleado en la playa de Cagliari, Corrado y Renata se tropezaron mientras caminaban hacia el agua. Corrado, un joven simpático y apuesto, rápidamente recogió los libros y las gafas de sol que Renata había dejado caer y se presentó como un socorrista local. Renata, una estudiante de ingeniería en su último año de universidad, se sonrojó al ver que su héroe era un chico italiano guapo con un fuerte acento sardo. Después de una conversación breve, Corrado se ofreció para mostrarle a Renata algunos lugares locales y la acompañó a un mercado cerca de la playa. Durante el camino, los dos descubrieron una afinidad mutua por la música, especialmente por el género del jazz. Desde aquel día, Corrado y Renata pasaron mucho tiempo juntos, explorando la ciudad de Cagliari y asistiendo a conciertos de jazz. Con el tiempo, su amistad se convirtió en un amor profundo y duradero que se inició con un encuentro casual y un gesto amable en la playa.