Un día soleado en Los Ángeles, California, Daisy-Marie caminaba por las calles del centro disfrutando del clima cálido y la brisa fresca en su rostro. De repente, se tropezó en la acera y cayó al suelo, haciendo que su bolso se abriera y todas las cosas salieran volando. Riley-Shy, quien estaba cruzando la calle en ese momento, se apresuró a ayudar a Daisy-Marie a levantarse. Mientras Daisy-Marie recogía sus cosas del suelo, los ojos de ambos se encontraron y hubo una chispa instantánea. Fue entonces cuando los dos comenzaron a hablar y descubrieron que tenían mucho en común, incluidos sus amor por la música y las artes. Después de charlar un rato más, Riley-Shy invitó a Daisy-Marie a un espectáculo de música que estaba teniendo ese mismo día. Daisy-Marie aceptó con entusiasmo la invitación y los dos pasaron la tarde disfrutando de la música y conversando sobre sus pasatiempos y experiencias. Al final del día, intercambiaron números de teléfono y prometieron volver a verse pronto. Desde ese día, Daisy-Marie y Riley-Shy se convirtieron en amigos cercanos y compañeros de aventuras, siempre buscando nuevas oportunidades para explorar el mundo juntos. Y todo gracias a un simple tropiezo en la acera que condujo a una amistad duradera y significativa.