Un día soleado en las calles de Londres, David Gandy estaba caminando hacia su restaurante favorito cuando, de repente, un fuerte viento levantó su sombrero y lo llevó directo hacia los pies de Amanda Charlwood. Sin pensarlo dos veces, David corrió hacia ella y pudo notar que también había sido sorprendida por el viento en su camino hacia una reunión de trabajo. Hubo un momento de silencio, pero luego ella levantó la vista y lo miró directamente a los ojos. En ese momento, David supo que algo especial estaba a punto de suceder. La ayudó a recoger los papeles que se le habían caído y le preguntó si le gustaría acompañarlo a almorzar. Amanda aceptó, y el resto es historia. Desde ese día, Amanda y David han sido inseparables y han recorrido el mundo juntos.